PACTO ANDALUZ POR EL LIBRO
En el marco de actuación del Pacto Andaluz por el libro, la Junta de Andalucía estableció institucionalizar el 16 de diciembre Día de la Lectura en Andalucía, fecha del nacimiento del poeta Rafael Alberti y del homenajes que en 1927 el Grupo Poético de la Generación del 27 rindió en Sevilla al poeta Luis de Góngora, con motivo de su tercer centenario.
Con este motivo, todos los años , la Junta de Andalucía hace público un manifiesto a favor de la lectura.
Este año, el escritor y filósofo José Antonio Marina ha escrito el Elogio de la lectura para conmemorar este día y para recordarnos la importancia de la lectura en nuestra vida, ya que a través de ella accedemos al mundo de la cultura y "es la gran herramienta para después mejorar nuestra relación con el lenguaje".
Después de la lectura del Manifiesto leernos un poema de Alberti, dedicado dedicado también a la lectura y que tieene mucho que ver con el pensamientos de José Antonio Marina:
"Cuando el lenguaje falla, la violencia aparece."
"La lectura es la vanguardia de la libertad."
Alberti pide:
¡Paz, paz, paz para leer!
DÍA DE LA LECTURA EN ANDALUCÍA
Elogio de la Lectura
Me sería muy fácil hacer un apasionado elogio de la lectura. Contar y cantar sus maravillas. Caí bajo su hechizo cuando era adolescente, y aún continúo gozosamente sometido a su influjo. Pero no voy a hacer una alocución para los convencidos. No voy a animar a la lectura a los que ya son lectores. No me dirijo a alumnos, ni a padres, ni a docentes, sino a los ciudadanos andaluces. Hoy me gustaría convocarles a una gran movilización en favor de la lectura. Y hacerlo seriamente, dramáticamente incluso, porque leer no es un lujo ni una satisfacción privada. Es, ante todo, una necesidad social, de la que va a depender la calidad de nuestra vida y de nuestra convivencia. Ya sé que vivimos en tiempos de nuevas tecnologías, que ponen el mundo entero al alcance de un click. Pero esas maravillosas posibilidades resultarán inútiles si no sabemos aprovecharlas. Un burro conectado a internet sigue siendo un burro y, por ello, lo que necesitamos es que delante de las pantallas de los ordenadores haya gente ilustrada, culta, lectora, capaz de internarse animosamente por los espléndidos caminos del lenguaje, da lo mismo que sea a través de las líneas electrónicas o de las líneas de un libro.
La lectura nos permite acceder a la cultura, que no es otra cosa que la experiencia de la humanidad, sin la cual caeríamos en un primitivismo zafio. Pero, además, es la gran herramienta para mejorar nuestra relación con el lenguaje. Y este es un asunto de gran envergadura, porque nuestra inteligencia es lingüística. Pensamos con palabras, nos entendemos con palabras, hacemos proyectos con palabras. No sólo hablamos con los demás, sino que continuamente hablamos con nosotros mismos, nos explicamos nuestra vida, comentamos lo que nos pasa, gestionamos nuestra memoria haciéndonos preguntas. Mantenemos un permanente diálogo con nosotros mismos, hostil o amistoso, y sería bueno que no fuera destructivo ni deprimente, sino que nos diera fuerza y claridad. Todavía hay más hay más: también nuestra convivencia es lingüística. Vivimos entre palabras, nos entendemos o malentendemos gracias a ellas. Necesitamos saber expresar nuestros sentimientos, defender nuestros puntos de vista, comprender a los demás. Cuando el lenguaje falla, la violencia aparece. Y no hay mejor médico, que la lectura para adquirir esos mecanismos lingüísticos que son imprescindibles para una vida verdaderamente humana.
Por último, la calidad de la democracia también depende de la lectura. Lo primero que hacen los dictadores es censurarla, prohibirla o, al menos, disuadir de ella, porque saben muy bien que la lectura es el gran enemigo de la tiranía. Cuando no se sabe comprender un argumento, o se siente la pereza de buscar información, o se vive pegado al televisor, se acaba sometido a la sugestión del grito, la consigna, el clip publicitario, el convencimiento fácil, el insulto. Y todo esto es la antesala de la sumisión.
Por eso, mi llamada a los ciudadanos andaluces, mi invitación para que colaboren en esta movilización, no quiere limitarse a recordar que leer es un placer, que estimulará la fantasía, que les permitirá hacer navegable su alma, sino que aspira a hacerles reflexionar sobre la trascendencia social de la lectura. Necesitamos una democracia de lectores, necesitamos mayorías ilustradas, necesitamos recuperar la sabiduría de vivir, el sentido de la historia, la comprensión de nosotros mismos y de nuestros sentimientos, cosas que sólo los libros nos proporcionan. Las imágenes son emocionantes, conmovedoras, pero mudas. Solo las palabras, el discurso, permite captar su sentido, serenar la pasión mediante la idea, encontrar un acuerdo que no sea una rendición, iluminar el mundo y su memoria.
La lectura es la vanguardia de la libertad.
Por eso le dedico este elogio apasionado
JOSE ANTONIO MARINA
A dieciséis de diciembre de 2007
La primavera ha venido,
colgando las golondrinas
un libro de cada nido.
La paloma equivocada
hoy ya no se equivocó,
leyendo a la madrugada.
Y el saltarín gorrión,
saltando a saltitos, quiso
seguir también la lección.
Pero el asno preocupado
quiso leer el Quijote,
comiéndolo de un bocado.
El sabiondo elefante,
a trompazos con su trompa,
recito a Homero y al Dante.
El lobo feroz se cita
con un librero y le compra
un cuento a Caperucita.
Y aquí se está lo más bonito:
una pulga un diccionario
le regala a Pulgarcito.
La rosa también leyó,
pero en llegando la noche,
ya cansada, se durmió.
Todos los peces quisieron
también leer, y al compás
de las espumas leyeron.
Y el sol y la noche oscura
pasaron toda la noche,
hasta el alba de lectura.
Y hasta la Pájara Pinta
leyó y quiso hacer un libro,
pero se manchó de tinta.
¡Vivir leyendo, leyendo!
mientras la paz en el mundo
no se nos vaya muriendo.
¡Paz, paz, paz para leer!
Un libro abierto en el alba
y otro en el amanecer.
R. ALBERTI