En la era analógica yo era como el coronel, esperaba cartas que nunca recibía. Hoy, gracias al correo electrónico, recibo respuesta que nunca pedí e invitaciones que nunca solicité. De vez en cuando se cuela alguna sutileza que me envía algún amigo o conocido y que me restituye al positivismo: ¡Buenos días, queridos alumnos, el final del curso se acerca y hay que afrontarlo con trabajo y alegría!
Gracias, querido Agustí, anónimo optimista de la Red. Tu presentación en PowerPoint la convierto a vídeo después de corregir la acentuación -un tironcillo de orejas a todos los Agustí olvidadizos- e incorporarle la música.